Margarita
De aquà a la eternidad, de aquà hasta donde el olvido me llegue… hasta ahà te amare.
No es que sea ingrato, pero el tiempo es capricho; cuando menos vemos, ya paso, siempre rápido. Las señales que van quedando grabadas en la cara, en las manos, por todo el cuerpo.
Los arboles tardan mucho para secarse, en cambio nosotros; pos no, asà de repente nos envejecemos. Asà de repente ya somos viejos. Y los amores asÅ pos no duran.
Perdona mi franqueza, que más suena a cinismo. Pero para que te voy a engañar, con promesas simples. No te voy a olvidar tan fácilmente, no te voy a olvidar ¿se puede olvidar el nombre de uno? Sabes que no, pues asà eres tú, eres mi nombre… aunque claro, te digo algo: nunca me ha gustado mi nombre. No me hagas caso, no quiero decir que tu nunca me has gustado; claro que sÃ.
Solo que cuando envejecemos nos hacemos pequeñas criaturas de lo que fuimos algún dÃa.
Si ese es el punto. Odio la vejez; cronos es implacable a la hora de sorprendernos en la tarde de nuestras vidas, a veces surcos secos donde no hubo semilla. Las espaldas se doblan ante el peso de los muchos años, amontonados en cestos de mimbre, dispuestos en largas filas. Manos invisibles nos los cargan… y ni cómo hacerse a un lado.
Eso es trágico, pero si el musculo no se quiebra ante lo inevitable, pues menos la memoria.
De aquà a la eternidad, de aquà hasta donde el olvido me llegue… si es que antes la guadaña no corta los hilos que mueven el motor de mis existencias. En fin, para que ponernos melancólicos; siempre lo has dicho: lo bonito es vivir el aquà y el ahorita… con eso pienso que a veces solo me das por mi lado, que no me tomas en serio; a mis cincuenta y tantos ya no me entusiasmo con facilidad de las novedades, será que ya crecÃ…
Cuando apenas era un niño deseaba ser grande para poder salir a la calle. Cuando fui un mocoso joven, ansiaba con loco delirio ser mayor. ¿Y ahora? No pos no, ahora solo quiero detener los años… pero como, ni dios puede.
Tienes mi promesa que solo será rota al viento del tiempo, es más de lo que puedo ofrecerte. ¿De ti que espero? Que se puede esperar de quien no conoce la paciencia. Si no lo mismo de lo ofrecido…
E. S.
20 noviembre 1956
Cuando la abuela murió, mi abuelo se derrumbo, pues de todo cuanto tuvo y conoció la abuela fue su preciado tesoro, ella lo acompaño en las buenas y malas. Nunca conocà a seres tan fuertes, tan recios en sus pensamientos. Moral o no, su espÃritu inquebrantable, puesto a toda prueba. El abuelo perdió más de la mitad de su vida cuando la abuela, aquella mañana ya no se levanto. Yo de chiquillo jugué en su vieja casa de la colonia doctores, entre sus patios y habitaciones arme mil batallas. Cientas de peripecias al margen de cualquier atisbo de tragedia. En la compañÃa de mis abuelos, no habÃa temores ni miedos. Ya después crecido y con titulo en mano, los vi llorar de felicidad y orgullo, su primer nieto era ya doctor; uno más de la familia Aguilar. En las fiestas decembrinas, la casa grande de la colonia doctores, vestÃa sus mejores galas, oropel y terciopelo cubrÃan las paredes, venÃan las familias del exilio, acudÃan presurosos los amigos, y los viejitos, mis abuelos, con los brazos abiertos a todos daban cobijo. Si por cosas de la vida afanosa, alguien traÃa lio con el otro, al hechizo del brindis del viejo Aguilar la reconciliación era ya posible, esa era la magia.
Pero todo se acabo a la muerte de doña Margarita, las flores, los pájaros, los perros y los gatos, fueron muriendo lentamente por el abandono acumulado. Y por ultimo mi abuelo, don TobÃas Aguilar, se morÃa igual poco a poco.
Esa tarde llegue a su casa, apesadumbrado, de que servÃa ser galenos, si ante la muerte circunstancial nada podÃamos hacer. Encontré que mi abuelo se columpiaba sereno en su silla, en su mano un puro a la mitad de de la chupada y escupida de la flema escandalosa.
—pero abuelo, por dios, que no puede ya fumar; y mire cómo anda todo destapado.
Nunca olvidare su mirada, sus ojos de profunda tristeza, eterna ausencia de emociones, ahora casi secos de todo llanto, suplicaban misericordia. Asà como estaba, abrió la otra mano un papel arrugado cayó al piso. Volvà a protestar y lo ayude a subir a su habitación, ya hasta muy tarde me retire, cuando pase por el saloncito trate de ordenar un poco la escenografÃa, sabÃa que mis padres, se horrorizarÃan de saber que estuvo fumando y mas esos puros que hasta yo le prohibÃ.
Levante todo y a punto estuve de tirar todo al cesto de basura cuando me dio curiosidad el papel estrujado. Lo desenvolvà con cuidado era un sobre y en el contenÃa una carta dirigida a mi abuela; la leà no una, si no muchas veces, al principio no entendÃa nada, pero poco fui comprendiendo, porque mi abuelo se me morÃa, inexorablemente, aunque ya tarde, habÃa descubierto que su mujer, a la que adoraba con loco frenesÃ, a la que presumÃa a las mujeres de la familia, como tenÃan que comportarse, como tenÃan que ser respetadas y amadas… le fue infiel con su mejor amigo el doctor Eulogio Sotomayor, que para mi mala fortuna era el padrino de papá. Con razón al enterarse de la muerte de su ex amante, precipito su llegada a México. Su larga espera no fructÃfero, pues quien debÃa de morir antes no era mi abuela, si no el viejo doctor Aguilar. De aquà a la eternidad, de aquà hasta donde el olvido me llegue… hasta ahà te amare.
Tal vez el olvido nunca llego, pero si la muerte.
fin
mario a. marzo 2012
Mario, no me creo que no tengas ningún comentario a este texto, que sin ánimo de hacer la pelota me ha parecido muy bueno.
ResponderEliminar"—pero abuelo, por dios, que no puede ya fumar; y mire cómo anda todo destapado.
Nunca olvidare su mirada, sus ojos de profunda tristeza"
Este párrafo en particular me ha parecido sensible, quizás por ser exfumador, que aún piensa en el tabaco.
Una cosa no he podido enviarte un correo por lo que entra en : http://necroslogia.blogspot.com/ y podrás leer toda a la antologÃa, sino envÃame un correo para saber cual es el tuyo y te explicaré.
Un abrazo
Jesús
gracias, amigo, y ya lo puedes ver tu, ni un solo comentario, pero con que tu me leas, basta y sobra... me has hecho el gasto del dia.
ResponderEliminarmario a.