La chingada
Ya lo dijo en su momento y con letras bonitas, este otro
bonito de la literatura, Octavio Paz, al referirse que somos hijos de la
chingada: “Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo
que chinga, que es activo, agresivo y cerrado. El chingón es el macho, el que
abre. La chingada, la hembra, la pasividad pura”
Cuando Cortés, toma a la mujer obsequiada, por algunos
caciques del lugar, este sin saber, perpetua una herencia que difícilmente
hemos superado, ser hijos de la chingada, ser seres que no somos ni de allá, ni
de acá, pues despreciamos el origen del mestizo,del indígena, de los pueblos
antiguos, pero tampoco logramos llegar a esa otra parte lejana que es la
Europa, cpmquistadora, colonial; que nos vera como el pueblo de la constante
rebeldía y contradicción, no somos sus hijos, aunque algunos la llamen la Madre
Patria, pues siempre hemos sido los hijos de la mujer, de las mujeres, violentadas por el macho ancestral,
del cual no olvidamos.
Por tanto no anhelamos. No podemos soñarlo, un futuro mejor, pues en la maldición de este
ayuntamiento, inmoral e innecesario, (histórico, nada más), quedamos colgados
con una filosofía que no entendemos y una maternidad, que adoramos, con
peligrosa “incestocidad” cada año. Pero
que igual es tomada, por los otros, para
demostrar, que no hay peor cosa, que chinguen a la progenitora, entonces así es
un reto ya no solo masculino, si no también femenino, mandar a la chingada
cuanto individuo se pueda en esta vida. Y al final, si todos sufrimos del acoso
y la culpa, entonces, como dirían por allí, “No soy yo tu madre” esa que sin
remedio se chingaron, Suave Patria.
Aquí el problema no es solo reconocer, o solo negar los
hechos registrados por la historia, que largamente, nos comprueba, que siempre
ha sido, una sucesiva chingadera, donde todos se chingaban a pie juntillas: El
chingarse los unos a los otros. Sin que existiera remordimiento, pues se habla
de la madre del otro, nunca de la propia.
Octavio Paz, le da origen etimológico a la Malinche, siendo su hijo, el hijo de la violada, de la india
traidora, de la madre adorada por el hijo pero denostada por el prójimo
ofendido. La Malinche pasó a ser la Malintzin, y después Malinchingada, para terminar
como la palabra más pronunciada por el mexicano. La chingada.
Con esa cultura y ese antecedente, parece que el
mexicano, no tiene escapatoria, su
complejo de Edipo es más grande que la capacidad de crecimiento, la evolución
de las razas, es una tesis mal acabada y planteada cada vez con mayor dificultad, que no permite, que los otros crezcan y menos
se escapen de esta condición. Pues como permitir, que un hijo de la chingada
sea más que yo.
A estas alturas ya no
es perdonar, ¿Perdonar qué? ¿Lo que hicieron hace un chingo de años atrás? Es
mejor perpetuar una leyenda en la cual todos somos hermanos de una misma madre,
que le toco a un macho violador, golpeador, extraño por demás. Pues
desconocemos su procedencia, que su
única misión es y fue, copular bajo impulsos de utópicos argumentos, (fe,
civilización descubrimientos, muy ajenos a ellos), pues con eso tenemos ganado
el cielo de las culpas eternas.
Que enfrentar la realidad cierta y correcta, de este mundo
cambiante y cada vez mas ajeno, para quienes día a día. Chingarse, se vuelve un
aforismo que se debe cumplir en todas su letras.
Y si de pura chiripa, aparece un iluminado, que contradiga
este dogma, pues que lo fusilen, que lo cuestionen, que lo lapiden, por hereje
y revoltoso. Al final, es otro hijo de la chingada, que no merece más respeto,
que mandarlo a chingar a su madre.
Mario Archundia Cortés
Director general de Prensa Cultural Análisis y Crítica
Septiembre 2020
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