jueves, 10 de septiembre de 2020


 

La chingada

Ya lo dijo en su momento y con letras bonitas, este otro bonito de la literatura, Octavio Paz, al referirse que somos hijos de la chingada: “Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto, por oposición a lo que chinga, que es activo, agresivo y cerrado. El chingón es el macho, el que abre. La chingada, la hembra, la pasividad pura”

Cuando Cortés, toma a la mujer obsequiada, por algunos caciques del lugar, este sin saber, perpetua una herencia que difícilmente hemos superado, ser hijos de la chingada, ser seres que no somos ni de allá, ni de acá, pues despreciamos el origen del mestizo,del indígena, de los pueblos antiguos, pero tampoco logramos llegar a esa otra parte lejana que es la Europa, cpmquistadora, colonial; que nos vera como el pueblo de la constante rebeldía y contradicción, no somos sus hijos, aunque algunos la llamen la Madre Patria, pues siempre hemos sido los hijos de la mujer,  de las mujeres, violentadas por el macho ancestral, del cual no olvidamos.

Por tanto no anhelamos. No podemos soñarlo,  un futuro mejor, pues en la maldición de este ayuntamiento, inmoral e innecesario, (histórico, nada más), quedamos colgados con una filosofía que no entendemos y una maternidad, que adoramos, con peligrosa  “incestocidad” cada año. Pero que igual es tomada,  por los otros, para demostrar, que no hay peor cosa, que chinguen a la progenitora, entonces así es un reto ya no solo masculino, si no también femenino, mandar a la chingada cuanto individuo se pueda en esta vida. Y al final, si todos sufrimos del acoso y la culpa, entonces, como dirían por allí, “No soy yo tu madre” esa que sin remedio  se chingaron, Suave Patria.

Aquí el problema no es solo reconocer, o solo negar los hechos registrados por la historia, que largamente, nos comprueba, que siempre ha sido, una sucesiva chingadera, donde todos se chingaban a pie juntillas: El chingarse los unos a los otros. Sin que existiera remordimiento, pues se habla de la madre del otro, nunca de la propia.

Octavio Paz, le da origen etimológico a la  Malinche, siendo  su hijo, el hijo de la violada, de la india traidora, de la madre adorada por el hijo pero denostada por el prójimo ofendido. La Malinche pasó a ser la  Malintzin, y después Malinchingada, para terminar como la palabra más pronunciada por el mexicano. La chingada.

Con esa cultura y ese antecedente, parece que el mexicano,  no tiene escapatoria, su complejo de Edipo es más grande que la capacidad de crecimiento, la evolución de las razas, es una tesis mal acabada y planteada cada vez  con mayor dificultad,  que no permite, que los otros crezcan y menos se escapen de esta condición. Pues como permitir, que un hijo de la chingada sea más que yo.

 A estas alturas ya no es perdonar, ¿Perdonar qué? ¿Lo que hicieron hace un chingo de años atrás? Es mejor perpetuar una leyenda en la cual todos somos hermanos de una misma madre, que le toco a un macho  violador,  golpeador, extraño por demás. Pues desconocemos su procedencia,  que su única misión es  y fue, copular bajo  impulsos de utópicos argumentos, (fe, civilización descubrimientos, muy ajenos a ellos), pues con eso tenemos ganado el cielo de  las culpas eternas.

Que enfrentar la realidad cierta y correcta, de este mundo cambiante y cada vez mas ajeno, para quienes día a día. Chingarse, se vuelve un aforismo que se debe cumplir en todas su letras.

Y si de pura chiripa, aparece un iluminado, que contradiga este dogma, pues que lo fusilen, que lo cuestionen, que lo lapiden, por hereje y revoltoso. Al final, es otro hijo de la chingada, que no merece más respeto, que mandarlo a chingar a su madre.

 

Mario Archundia Cortés

Director general de Prensa Cultural Análisis y Crítica

Septiembre 2020


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